Generalmente, cuando estamos en situaciones desesperadas, siempre tendemos a creer que Dios se ha tardado en responder, o incluso, que su silencio es un sinónimo de no entender nuestra situación. En este texto, vemos como Jesús está en absoluto control, que el opera en su propio tiempo y tiene mejor conocimiento de lo que está pasando, que nosotros mismos.
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