Es prudente asumir que si no participas y permaneces dentro de un cuerpo local de discípulos (o como lo conocemos: la iglesia), entonces deberías de estar preocupado acerca de tu salvación. No te preocupes: no estoy intentando argumentar que tu salvación depende de tu asistencia a un servicio o de tu presencia dentro de un edificio. Ir a la iglesia no puede salvarte. De hecho, nada de lo que tú puedas hacer puede salvarte. Por eso Jesús tuvo que hacerlo, con su muerte en la cruz. Sin embargo, lo que me gustaría explicar hoy es que si bien ir a la iglesia no es la causa de tu salvación, ser parte de una es definitivamente un resultado.
No siempre lo entendí así. Recuerdo cuando era niño discutir con mis padres sobre el porqué tenía que ir a la iglesia. Incluso les dije una vez que prefería ir al primer servicio porque “podía salir pronto de ese asunto y continuar con los propios el resto del día”. Mis padres no estuvieron muy felices cuando dije eso. Aun de niño, ¡era un terrible pecador!