Hace más o menos un mes se desató en mi país de Guatemala un escándalo de corrupción que involucra al gobierno actual. Esto, fue para muchos la gota que derramó el vaso en cuanto a los actuales gobernantes de la patria. En respuesta a estos hechos, muchos guatemaltecos de todos los sectores del país hicieron un llamado a ejercer nuestro derecho de protestar, y convocaron a diversas manifestaciones pacíficas con el propósito de hacer clara nuestra inconformidad y deseo de que los mandatarios renuncien. Si bien las marchas han sido una muestra de unidad entre mis compatriotas que trascendió la raza, ideología y religión, quisiera que como cristianos pudiéramos analizar cómo el evangelio debería de moldear nuestra ciudadanía y el derecho que tenemos de protestar.