El antídoto para los reformados deformados

Hay un fenómeno extraño y lamentable dentro del movimiento reformado. Algunos les llaman “los calvinistas enojados” o “los reformados deformados”. Estos se caracterizan por una actitud negativa hacia otros cristianos con quienes no están de acuerdo (particularmente en asuntos de soteriología y la soberanía de Dios). También se caracterizan por una postura excesivamente entusiasta en cuanto al calvinismo, una disposición sarcástica con los demás, y una sensibilidad de elitismo teológico. Tal vez te has topado con uno. Alguna persona testaruda que siempre encuentra una forma de convertir cualquier conversación en un debate sobre el libre albedrío y la soberanía de Dios. Alguien que pasa mucho tiempo burlándose de los falsos maestros y de sus seguidores en los foros de Facebook o en la sección de comentarios en YouTube. O incluso aquel que no se asocia con ninguna persona que no tenga la misma postura teológica que él.

Ahora bien, ¡las doctrinas de la gracia son hermosas! Personalmente, ser un calvinista me ha dado una visión más grande de Dios, una apreciación más profunda del evangelio, y me ha ayudado a experimentar la gracia de Dios como nunca antes. Estas doctrinas son lentes que me han ayudado a entender verdaderamente el significado de la centralidad del evangelio.

Pero si esto es cierto, ¿por qué se vuelven algunos reformados en personas de tan poca gracia?