Iglesia Reforma

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Jesús vivió en nuestro lugar

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Jesús vivió en nuestro lugar Justin Burkholder

Marcos 14:32-72

32 Llegaron a un lugar que se llama Getsemaní, y Jesús dijo a Sus discípulos: Siéntense aquí hasta que Yo haya orado. 33 Tomó con El a Pedro, a Jacobo (Santiago) y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho. 34 Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte, les dijo; quédense aquí y velen. 35 Adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba que si fuera posible, pasara de El aquella hora. 36 Y decía: ¡Abba, Padre! Para Ti todas las cosas son posibles; aparta de Mí esta copa, pero no sea lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieras. 37 Entonces Jesús vino y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora? 38 Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. 39 El se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras. 40 Y vino Jesús de nuevo y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban muy cargados de sueño; y no sabían qué responder. 41 Vino por tercera vez, y les dijo: ¿Todavía están durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; miren, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42 Levántense, vámonos; ya está cerca el que Me entrega.”

43 En ese momento, mientras Jesús estaba todavía hablando, llegó Judas, uno de los doce discípulos, acompañado de una multitud con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. 44 Y el que Lo entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, Ese es; Lo prenden y se Lo llevan con seguridad. 45 Cuando llegó Judas, inmediatamente se acercó a Jesús y le dijo: ¡Rabí (Maestro)! Y Lo besó. 46 Entonces ellos echaron mano a Jesús y Lo prendieron. 47 Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja. 48 Y dirigiéndose Jesús a ellos, les dijo: ¿Cómo contra un ladrón han salido con espadas y palos para asegurarse que Me arrestaban? 49 Cada día estaba con ustedes en el templo enseñando, y no Me prendieron; pero esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras. 50 Y abandonando a Jesús, todos huyeron.

51 Cierto joven seguía a Jesús, vestido sólo con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron; 52 pero él, dejando la sábana, escapó desnudo. 53 Llevaron a Jesús al sumo sacerdote, y se reunieron todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54 Pedro Lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote y se sentó con los guardias, calentándose al fuego. 55 Y los principales sacerdotes y todo el Concilio (Sanedrín) procuraban obtener algún testimonio para dar muerte a Jesús, pero no lo hallaban. 56 Porque muchos daban falso testimonio contra El, pero sus testimonios se contradecían. 57 Algunos, levantándose, daban falso testimonio contra El, diciendo: 58 Nosotros Le oímos decir: Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro no hecho por manos. 59 Y ni siquiera en esto coincidía el testimonio de ellos.

60 Entonces el sumo sacerdote levantándose, se puso en medio y preguntó a Jesús: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra Ti? 61 Pero El se quedó callado y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote: ¿Eres Tú el Cristo (el Mesías), el Hijo del Bendito? 62 Jesús le contestó: Yo soy; y verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo. 63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus ropas, dijo: ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? 64 Han oído la blasfemia; ¿qué les parece? Y todos Lo condenaron, diciendo que era digno de muerte. 65 Y algunos comenzaron a escupir a Jesús, Le cubrían el rostro y Le daban puñetazos, y Le decían: ¡Profetiza! También los guardias lo recibieron a bofetadas. 66 Estando Pedro abajo en el patio, llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote, 67 y al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo: Tú también estabas con Jesús el Nazareno. 68 Pero él lo negó, diciendo: Ni sé, ni entiendo de qué hablas. Entonces Pedro salió al portal, y un gallo cantó. 69 Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: Este es uno de ellos.

70 Pero Pedro lo negó otra vez. Poco después los que estaban allí volvieron a decirle: Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres Galileo. 71 Pero él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a este hombre de quien hablan! 72 Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, Me negarás tres veces. Y se echó a llorar.