Iglesia Reforma

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La autoridad y la misión del Rey

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La autoridad y la misión del Rey Oscar Morales

Marcos 1:16-45

16 Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores. 17 Y Jesús les dijo: “Vengan conmigo, y Yo haré que ustedes sean pescadores de hombres.”18 Dejando al instante las redes, ellos Lo siguieron.

19 Yendo un poco más adelante, Jesús vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes. 20 Al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con Jesús.

21 Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. 22 Y se admiraban de Su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

23 En ese momento estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar: 24 “¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quien Tú eres: el Santo de Dios.”25 Jesús lo reprendió, diciendo: “¡Cállate, y sal de él!”

26 Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones al hombre, gritó a gran voz y salió de él. 27 Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: “¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! El manda aun a los espíritus inmundos y Le obedecen.”

28 Enseguida Su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.

29 Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y enseguida hablaron a Jesús de ella. 31 El se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.

32 A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, trajeron a Jesús todos los que estaban enfermos y los endemoniados. 33 Toda la ciudad se había amontonado a la puerta. 34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era El.

35 Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, Jesús salió y fue a un lugar solitario, y allí oraba. 36 Simón y sus compañeros salieron a buscar a Jesús. 37 Lo encontraron y Le dijeron: “Todos Te buscan.”

38 Jesús les respondió: “Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que Yo predique también allí, porque para eso he venido.” 39 Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios.

40 Un leproso vino rogando a Jesús, y arrodillándose, Le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme.” 41 Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó y le dijo: “Quiero; sé limpio.”

42 Al instante la lepra lo dejó y quedó limpio. 43 Entonces Jesús lo despidió enseguida amonestándole severamente: 44 “Mira,” le dijo, “no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.”

45 Pero él, en cuanto salió comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a El de todas partes.