Gloria
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Apocalipsis 21:1-27; 22:1-5
21:1 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. 2 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. 3 Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. 4 El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.”
5 El que está sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas.” Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.” 6 También me dijo: “Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7 El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo. 8 Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosostendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
9 Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y habló conmigo, diciendo: “Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero.” 10 Entonces me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11 y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino.
12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel. 13 Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur, y tres puertas al oeste. 14 El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo tenía una vara de medir de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, 12,000 estadios. Su longitud, anchura, y altura son iguales. 17 Midió su muro, 144 codos, según medida humana, que es también medida de ángel.
18 El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al cristal puro. 19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una sola perla. La calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.
22 No vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el DiosTodopoderoso, y el Cordero.
23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.
25 Sus puertas nunca se cerrarán de día; 26 y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.
27 Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquéllos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
22:1 Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, 2 en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. 3 Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos Le servirán. 4 Ellos verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes. 5 Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.