La teología de la prosperidad es el anti-evangelio
En América Latina no es sorprendente ver iglesias grandemente afectadas por la teología de la prosperidad. Yo sirvo en el país de Guatemala y no pasa una semana sin que tenga que explicar de una forma u otra la falsedad del evangelio de la prosperidad. La conversación usualmente es similar: explico que el plan más grande de Dios para nuestra vida no es la prosperidad ni la sanidad aquí en esta tierra, y que creer así es causa de una pobre hermenéutica usualmente usada por falsos maestros para engrandecer sus propias riquezas. Sin embargo, hay otra parte de esta falsa teología que considero aún más peligrosa, y ese es el uso de la palabra “evangelio” en referencia a la enseñanza de prosperidad. Prefiero usar la frase “teología” de la prosperidad porque el sistema que abarca la teología de la prosperidad en realidad es el anti-evangelio.
La teología de la prosperidad se enfoca principalmente en el hombre, no Dios. En este sistema, Dios simplemente es el que concede deseos. Si alguien se porta bien, sus acciones moverán la mano de Dios a responder en bendición. Por otro lado, si alguien se porta mal, Dios no dará su bendición y hasta a veces dará sufrimiento o más pobreza hasta que aprendan a tener más fe. En este sistema, todo depende del hombre. El hombre es responsable por vivir su vida de una manera que le agrade a Dios para que pueda recibir todo lo que su corazón anhela.